Miguel Strogoff y la comunicación. Contiene spoiler! Si no has leído la novela… léela!

Uno de los cuentos que recuerdo que leía cuando niño era Miguel Strogoff, la historia de Julio Verne sobre el correo del Zar que debía atravesar Siberia para avisar de la invasión tártara.

Al bueno de Miguel le pasa de todo para llegar a su destino, 5000 kilómetros de estepa dan para muchas aventura, e incluso se enamora de la bella Nadia. Una historia llena de acción, de épica, de intrigas, con unos malos muy malos… de las de antes.

El episodio que más recuerdo es aquel en el que Miguel, atrapado por sus enemigos, es cegado con un sable al rojo vivo en sus ojos frente a su madre, a la que profesa todo su amor. Las lágrimas que brotan de sus ojos detendrán el fuego del sable, y descubriremos al final de la novela, a la vez que el propio protagonista, que Miguel ha salvado su vista por estas lágrimas.

El dolor, la pena de saber que no va a poder volver a ver a su madre, y que ella le verá siempre con una venda en sus ojos, hacen que nuestro héroe venza al sable al rojo vivo.

Evidentemente, es una novela de ficción, no creo que nadie se arriesgara a dejarse quemar los ojos tras haber llorado. Pero… la novela habla de un sentimiento profundo que vence a un peligro físico. La manifestación física del sentimiento de Miguel consigue detener un peligro real.

Expresarse, hablar, compartir, sacar lo que tenemos dentro, es lo que hará vencer a cualquier acero al rojo. Y… quizás las circunstancias en las que saquemos lo que tenemos dentro no sean las más cómodas, ni las más adecuadas. Pero… desde luego, siempre van a ser beneficiosas.

 


Coro del Ejercito Ruso

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